Luego de que el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen descubriese los rayos X en 1895, la comunidad científica de la época se lanzó a la búsqueda de otras radiaciones semejantes. Cuando mucha gente está buscando, no es raro que se encuentre algo, y así fue como René-Prosper Blondlot, profesor en la universidad de Nancy, encontró los rayos N. Más de 100 científicos corroboraron sus datos, y se escribieron unos 300 artículos sobre esta misteriosa radiación. Sin embargo, y a pesar de los premios otorgados a Blondlot, al poco tiempo se descubrió que los rayos N no existían.
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